viernes, 3 de marzo de 2017

The midden (L'ovella negra/Lo peor de cada casa)

Cuando tienes que hacer una visita relámpago a la biblioteca, vas a lo seguro, no estás para rebuscar entre estanterías qué joya puedes encontrar, aunque al final pueda ser algo más áspero que el papel de lija.
Es así como acabó en mis manos L'ovella negra (The midden, título original; o, Lo peor de cada casa, que me parece un título más adecuado).


La historia en sí no tiene mucho sentido, creo que es una excusa para ridiculizar la altivez de esa clase social compuesta por nobles, sires, lores y aquellos que hicieron fortuna en el Imperio y que volvieron a las Islas a disfrutar de ellas.
La novela nos presenta a tres personajes, totalmente opuestos: un joven perteneciente a una familia noble, que ha acabado como yuppie, pero al que la crisis le ha dejado en una situación económica insostenible; un policía que impone la ley de manera sui generis, imbuido por una fe en dios, en el dinero y en el poder casi mística; y la heredera del patrimonio de un antiguo traficante de todo lo que se pudiese traficar en África, herencia que lleva asociadas unas condiciones draconianas.
Timothy, el joven noble convertido a yuppie, es víctima de la crisis y de haber sido el vehículo utilizado por la banca para captar patrimonios con los que tapar las pérdidas ocasionadas por malas inversiones de terceros. Tras buscar una salida hacia adelante y sin ningún sentido (jugarse todo lo que le queda en el casino y, obviamente, perderlo) decide vender las acciones de una familiar para tapar agujeros y mirar de recuperarse. Pero las deudas de juego, le llevan a caer en manos de un gangster que le propone, a cambio de sufragar sus deudas, que deje un paquete en el barco de un juez de su familia. Ante estos acontecimientos, Timothy decide salir de Londres y buscar cobijo entre sus familiares, antes de hacer el viaje en que tendrá que comprometer al juez. En su periplo, acaba en casa de un tío, que lo recibe como quien recibe un castigo divino (Timothy es un gorrón y maleducado), y tras fumar tabaco de pipa impregnado en una especie de alucinógeno, acaba en la cama de la mujer del comisario de Twixt and Tween, Sir Arnold Gonders, que aparte de ser un integrista religioso, se dedica a establecer relaciones con la flor y nata de la alta sociedad, de las finanzas y de los bajos fondos, para poder tener controlada a toda la gente de su jurisdicción. La reacción del comisario no es otra que evitar el escándalo y quitarse de encima a Timothy, que llegó drogado y desnudo hasta la cama conyugal de Sir Arnold. Este decide deshacerse de Timothy colocándole en casa de Marion Fem, la administradora de unas propiedades, de carácter monstruoso, fruto del delirio de un antepasado, que tras hacer fortuna en África, vuelve y decide construir una mansión siguiendo sus particulares gustos arquitectónicos y artísticos. La administración de la herencia lleva un gravamen difícil de soportar, tener que dar acogida en la Torre Fem, que es el edificio singular, a todos los descendientes Fem, que no deja de ser un rebaño de gente maleducada, acostumbrada a ser servida y a tratar despectivamente a la servidumbre.
La novela es un compendio de disparates, hechos surrealistas, exageraciones, de personajes irreales que representan todo aquello que a Sharpe le parece intolerable en un sociedad moderna y, se supone, democrática. Pero no, es una sociedad anclada en un pasado reciente, lleno de pompa, lujo, protocolo, en el que se establece un sistema de castas en el que se ponen el máximo de obstáculos para que accedan extraños desde niveles diferentes. Y esto solo se consigue como se ha conseguido siempre, con dinero. 
Significativo es el diálogo entre Timothy niño y su padre sobre el dinero y que queda reflejado en una pregunta y una respuesta: "¿Pero como tendré dinero, yo?" a lo que le responde su padre "Tendrás dinero cuando te conviertas en un Nombre". El dinero se tiene por ser quien eres, no por tu trabajo.
No es una novela redonda, le falla el argumento, es un vodevil, un novela de enredos, en la que todo el mundo quiere salvar su culo a costa de lo que sea. No hay ritmo, ni un hilo conductor coherente, pero todo eso se sobrelleva con los torpedos de humor que lanza constantemente Sharpe. Sobre todo en lo relativo a los sobreentendidos y malentendidos. El culmen del absurdo es el asalto a la Torre Fem por parte de la policía, pensando que se está celebrando una orgía con menores.
Que no sea una novela redonda, no quiere decir que no sea una novela que sirva para algo más que para reírte un rato, te da pinceladas sobre unas formas de vivir que dan mucho que pensar y de cómo hemos llegado al mundo actual.

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