sábado, 18 de diciembre de 2021

Lemaitre negro

Esta entrada tenía sentido hace diez días o más. Ahora ya solo puede ser los rescoldos de una hoguera extinta, humeante, en la que tres brasas apenas desprenden calor, color y un atisbo de luz.

La pretensión era comparar a los dos Lemaitre, aunque en ocasiones están muy cerca, en tanto que toca esa oscuridad que se cierne sobre nuestras personalidades, ese pequeño (en otros casos no tanto) y oscuro deseo, suspiro, anhelo.

El objeto de la comparación era darle un pequeño palo al Lemaitre de la serie de Verhoeven. Ese en el que se torna un autor más simple, más lineal, sin sorpresas, sin profundizar, quedándose en los cánones del género, no salirse de la lucha entre el criminal y su castigador.

Esta sensación la tenía desde antes de empezar a leerlo, en cualquiera de sus dos facetas. De hecho, empecé con la que no le ha propiciado la notoriedad, acompañada de sus euros, que no quiere decir que no sea rentable.

El Lemaitre fuera de la novela negra, sobre todo el que se explaya durante el periodo de entreguerras con su trilogía, tiene una profundidad en sus miras e intenciones que van más allá del hecho de explicar una historia y las vicisitudes de los personajes que pueblan sus páginas (voy a topicazo por línea), se dedica a retratar a toda una sociedad, con sus virtudes (escasas) y sus vicios (en franca expansión).

La mencionada trilogía es menguante, sobre todo perceptible en el tercer volumen, pero como obra que conjunta es notable, tanto en planteamiento, como en su desarrollo. Por cierto, es una obra circular, de lo que recuerdo: comienza en una trinchera al final de la I GM y acaba en la ligne Maginot y la huída desde esta con la invasión nazi. 

El resto de su obra es singular, en planteamiento de las situaciones y como se desarrollan estas: una víctima que se torna ángel vengador; un niño asesino y un ejecutivo en el filo del abismo. En estas novelas, las situaciones planteadas son extremas, como lo son la reacción de sus protagonistas.

Al tema que me pierdo. Volviendo a coger el hilo, el Lemaitre de Verhoeven es demasiado canónico, clásico, por decirlo de alguna manera, pero sin llegar a mostrar los bajos fondos que los escritores norteamericanos de principios del XX nos iban mostrando, dejando en evidencia que en los sesenta, setenta u ochenta todo eso que parecía tan moderno, no lo era tanto.

En principio, no quería leer nada de eso, yo es que lo de los superventas (lo de best sel... os lo empaquetáis en el recto) y lo de "el fenómeno literario del milenio en..." ya me pone a la defensiva. Pero, hete aquí, que me apunté a un club de lectura (eufemismo de geriátrico) y había uno, Alex. Lo que te lleva a leer el primero.

Bueno pues que eso, que no hay mucho a lo que agarrarse, salvo a que Lemaitre construye a los personajes concienzudamente. Pero si la historia no tiene más enjundia, pues que pierde interés. El primer libro no deja de ser una copia de Seven, sí, la película. Lo que pasa que en lugar de ser los pecados originales los inspiradores son obras clásicas de novela negra. Hasta aquí la originalidad, por que desde que se empieza a plantear la historia, el final es claro y diáfano. Vamos que es el mismo que en Seven (siento el desvelarlo) lo que te deja más frío que otra cosa.

El segundo, el mencionado Alex, es por el estilo. Pero se ha de reconocer que los giros que hace durante la trama son sorprendentes y poco forzados, casi naturales. Cierto que al final del primer giro, puede ser inverosímil pero reconduce la historia por un camino sorprendente. Cosa que se incrementa con el giro final, en el que se desentraña el porqué de todo lo acontecido hasta el momento.

Para mí es inferior el Lemaitre negro, pero para gustos el arco iris y todos sus colores, que cada cual se quede con el suyo o con todos, que no entiendo la manía de las preguntas duales con la posibilidad de escoger una única opción.

Esto tiene la coherencia y el sentido de algo que no tenía que estar escrito hoy y a estas horas, que por mi cabeza rondaba escribir sobre otro tema y en otra parte, pero como ya tenía el título, pues para adelante. Total, esto, como casi todo lo que escribo, no dejan de ser un entretenimiento y un entrenamiento para mi neurona y su capacidad de llegar a unir tres palabras y construir una frase con medio sentido.