lunes, 18 de junio de 2018

¡El autor, el autor!

Creo que en alguna ocasión había leído algo de David Lodge, debería repasar mis "reseñas" desperdigadas por el ciberespacio, o en la biblioteca de casa. Pero eran cosas más costumbristas, contemporáneas a la época en las que lo escribió. Pero en esta ocasión cambia de temática, de estilo y de composición. En ¡El autor, el autor! nos narra la vida de Henry James, el escritor del siglo XIX, durante su estancia en el Reino Unido. 



La novela está dividida en cuatro partes que podrían equipararse a los actos de una obra de teatro, creo que la intención del autor era esta, en clara referencia a la obra dramatúrgica de James, que a la vez ocupa gran parte de la extensión del libro. Estos cuatro actos se corresponden con tres momentos de su vida: el primer y el cuarto actos, son los que narran los últimos días de su vida; el segundo, enlaza, a partir de unos delirios que padece en sus últimos días, su relación con su amigo Du Maurier y con Fenimore y su introducción en el mundo de la escritura de obras de teatro; y la tercera, sobre su desencanto del mundo del teatro, sobre todo a raíz del tremendo fracaso del estreno de Guy Domville.
La novela, a pesar de esa estrucutura teatral, con escasos diálogos y narrada en primera persona, parece una autobiografía del propio James. Por lo menos, en lo tocante a los dos actos centrales, que son los que ocupan la mayor parte de la obra. El prólogo y el epílogo, que serían los que trancurren durante los últimos días de vida de James, obviamente, son narrados por un tercero impersonal, alguien que observa desde fuera todos los acontecimiento, un narrador.
Hacer una sinopsis de la historia es algo sinsentido, teniendo en cuenta lo que, a mi modo de ver, pretende el autor al hacer este libro sobre el famoso autor literario. En la vida de un personaje trufada de anécdotas alrededor de actos sociales, estrenos, vida entre grandes escritores de la segunda mitad del siglo XIX, intentar describir lo que narra el libro es bastante accesorio. Lo más interesante es el retrato sobre el autor que Lodge plasma sobre el papel.
Lodge nos retrata a un James que es producto de su época, educación y status social, pero con sus particularidades personales. James es un personaje criado y educado en una Norteamérica de la costa este procedente de una familia con suficientes recursos, al que se le dota de una formación y maneras sociales correspondientes con los estándares del momento y la clase a la que pertenece. Esto supone que hay una moral a la que debe respeto y sumisión, que supone el cimiento sobre el que debe asentarse su vida, su obra y su comportamiento. Esto no supone una intransigencia absoluta hacia quien no sigue la moral que debiera, consecuencia de su origen social y su educación. Es más, tolera cierta relajación de dichas normas morales, ya que a él le sirven de inspiración para su creación literaria. Pero el límite que se auto-impone ante tal tolerancia es el libertinaje, que no deja de ser otra cosa que todas aquellas práctica sexuales que no se atañe a lo moralmente aceptable: la promiscuidad, masculina o femenina; la homosexualidad física, ya que las muestras de afecto, como amor fraternal, entre hombres no le parecen en ningún momento reprobables, ni tan siquiera muestra de debilidad, como podría deducirse de los usos de la época; y las relaciones extramatrimoniales.
Lodge intenta sumergirse en los pensamientos privados de James relacionados con los ámbitos de su vida privada e íntima, destacando entre estos su relación con la literatura, a nivel de creación, de repercusión y de dedicación; su relación con el sexo, en su vertiente física y sus preferencias sexuales; y, su relación con el amor y el celibato.
La literatura y la escritura son para James su mundo, un mundo con unas reglas y un sentido que han de ser estrictos e inviolables, en lo formal y lo artístico. En cuanto a las temáticas, en las que el afán moralizante siempre está presente, su rigidez se relaja. Esta relajación le permite acometer su fin moralizante, ejemplificador, educativo, que le permite partir de una situación reprobable para llegar a un final en el que la expiación es la protagonista absoluta, ya sea como castigo o recompensa.
El rigor es algo que está presente durante la creación literaria de James. Para él, hasta la más ínfima coma, la más insustancial de las conjunciones tiene un sentido absoluto, no le sobra ni una triste preposición. Este rigor es el que le provoca sus mayores angustias, sobre todo cuando se dedica a la producción de textos teatrales. Durante esa época, sus textos son sometidos a unas purgas y recortes que le provocan gran frustración, ya que entiende que el sentido final de la obra necesita de cada palabra surgida de su mente. No es consciente. mientras escribe, que el teatro necesita de un ritmo que le perle sumen en mita atrapar el interés del espectador y del crítico y aseguren la continuidad de la obra en la cartelera.
La frustración que le provoca su fracaso en el mundo del teatro se acrecienta al ver como triunfan obras de un valor literario enormemente inferior a su producción, pero que entienden y están concebidas para el medio en concreto. El éxito de Wilde y, sobre todo, el de su amigo Du Maurier, con la adaptación teatral de su novela Trilby, le sumen en una mayor desesperación y aversión al teatro.
Lodge retrata a un James envidioso del éxito ajeno, sobre todo por que considera que su obra es de una superioridad artística que no se ve recompensada con un éxito comercial a la altura de su calidad. Es un hecho que planea durante toda la obra. Envidia el éxito comercial, puesto que es la única manera de poder mantener su nivel de vida, un nivel que le permita vivir cómodamente y mantener el estatus al que se cree merecedor.
La relación de James con el sexo ocupa gran parte de la novela, no como algo directo, sino que está presente durante la narración, como algo velado, como era su relación con él, sobre todo al asumir un celibato voluntario para dedicarse en cuerpo y alma a su verdadera pasión, la literatura. De esta relación con el sexo, Lodge deja entrever que James no tiene clara su inclinación sexual, sobre todo cuando tiene muestras de afecto, para él justificadas y totalmente vacías de intención sexual, con otros hombres, en ocasiones bastante más jóvenes. Su orientación sexual queda también en entredicho con su visión sobre la vida de Oscar Wilde, del que critica su libertinaje, más como forma de vida, que por el hecho de las relaciones sexuales con otros hombres. Siempre tiene en mente el talento y el éxito literario como contrapeso a la vida privada de los otros. 
El amor y el celibato, en su versión familiar, son otras de las grandes pesadumbres que transitan por su vida. Su decisión de vivir por y para la literatura hace que se autoimponga un muro de contención hacia cualquier relación sentimental, esto se materializa en la relación que tiene con Constance Fenimore Woolson, a la que acaba llamando Fenimore para evitar familiaridades y malentendidos por parte de terceros, al hacer referencia a ella en cualquier escrito, hasta el punto de pedirle que queme toda la correspondencia entre ambos, para evitar malentendidos futuros por parte de terceros que tuviesen acceso a esas cartas.
El trabajo de documentación de Lodge es magnífico, desde la vida del propio James hasta la de personajes secundarios, ya sea históricamente (la familia Du Maurier), o en la novela, como son las apariciones de Bernard Shaw, H. G. Wells o el proceso a Oscar Wilde.
Repasando mentalmente lo escrito, me dejo infinidad de personajes que aparecen en la novela y que le dan el contexto adecuado a ésta: desde la familia de James, el personal de servicio, los productores, directores y actores teatrales, críticos de teatro, que acaban definiendo el retrato social de esa época y ese lugar.
Lodge construye una novela inmensa, donde retrata a un personaje en todas sus vertientes públicas y privadas, y le sirve de guía para hacer un retrato de los círculos sociales que rodean a la literatura y al teatro.