viernes, 2 de febrero de 2018

El gran salto

Pues llegaron los Reyes, que son los padres, la parienta, tu primo, tus hermanos, el jefe o compañero o tu tarjeta de crédito (digo esto por que no lo va leer ningún niño, bueno ni ningún adulto) y dejaron esto bajo mi ventana, El gran salto de Jonathan Lee. Coges la contra, te miras la reseña y te marcas unas expectativas, crees que la novela tomará un camino. Gracias, Jonathan por destrozarlas.


La novela discurre en dos lugares y dos momentos: Belfast y Brigthon. En 1979-80 y 1984. Los protagonistas indiscutibles son Dan, un joven norilandés católico que milita en el IRA; Moose, el subdirector del Grand Hotel de Brighton y Freya, la joven hija de éste que está en el tránsito de la adolescencia a la edad adulta.
Con estos mimbres nos encontramos, en un primer momento, con Dan y su voluntad de ingresar en el IRA, como la manera de reaccionar ante la vida habitual de los católicos en la Irlanda del Norte de los 70 y principios de los 80, cuándo más se recrudece el enfrentamiento entre republicanos y lealistas y la propia metrópolis. Dadas sus habilidades, Dan compagina su vida de electricista y manitas con la de artificiero del IRA, y tras algunos trabajos, se le encarga formar parte del grupo que quiere acabar con la vida de Thatcher, durante la convención tory de 1984 en Brighton.
Por otra parte tenemos a Moose, subdirector del Grand Hotel, lugar donde los torys celebrarán la convención de 1984. Convención en la que pone todas sus energías y esperanzas para poder dar un paso definitivo en su carrera profesional, conseguir ser director del Grand Hotal y conseguir un retiro dorado en algún otro hotel fuera del Reino Unido.
Y, por fin, está Freya, la hija de Moose que está acabando el instituto y que no tiene nada claro que hacer con su vida, que duda, constantemente de tomar el camino de la universidad.
A pesar de la notoriedad del hecho real, el atentado contra Thatcher en 1984, Lee lo utiliza como el escenario en el que desarrollar la vida, las vivencias, los anhelos y frustraciones de estos tres personajes; lo utiliza para describir la situación del Reino Unido durante aquellos años. Aunque apenas aparece, Lee consigue que Thatcher esté presente, para los tres personajes, como objetivo, para Dan; como billete para su futuro, para Moose; y, como frustación, para Freya.
Lee prescinde de los detalles de la preparación del atentado, de los detalles de la ejecución del mismo, para mostrarnos las vidas corrientes de estos tres personajes, que no tienen nada que ver, pero que se acaban relacionando. El atentado, sabiendo cual será el final, marca el ritmo de narración, dotándolo de una tensión constante, que hace que el interés por saber cual será el destino de los protagonistas, refuerce la narración, siempre teniendo presente que el atentado es totalmente anecdótico para el escritor, que su interés se centra en la vida normal de los protagonistas.
Creo que es una novela sobre frustraciones, en todos los protagonistas, las expectativas quedan marcadas por el atentado, directa, en el caso de Dan, o indirectamente, en el resto de protagonistas.
Respecto al tratamiento del personaje de Dan, Lee podría haber sido más políticamente correcto, haber sacado las aristas duras del personaje y tratarlo como un vulgar criminal, pero en lugar de eso, describe el mundo en el que vive, él y los católicos de Belfast, como los acontecimientos hacen que la única vía de lucha sea intentar entrar en el IRA para hacer algo, para, por lo menos, intentar responder al acoso en el que viven. Pero es consciente de que la voluntad de hacer algo tiene un precio, es un precio que arrastra en su conciencia, sobre todo, al ver que el objetivo de su plan no se cumple. Las dudas morales de Dan se desarrollan durante toda la novela. Cuando tiene que ejecutar un plan, siempre quiere que no haya víctimas civiles, cuando pide ayuda para que le libren del acoso de algún policía, por golpear a su madre, esa duda sobre si la actuación es correcta, le sigue minando.
Moose es el ejemplo de la frustración tras dejarte la vida en un sueño y generarte una expectativas que se verán frustradas en un instante. Su obsesión con el hotel hace que su relación con su hija se enfríe. Su obsesión por que su hija vaya a la universidad, es otro ladrillo a cargar en la mochila de la relación paterno-filial. Y todo explota en dos momentos: cuándo sufre un ataque al corazón, que le supone alejarse del hotel y la convención y sufrir por su sueño; y, cuándo comenzada la convención, justo antes de recibir a Thatcher, uno de los miembros del séquito de la Dama de Hierro, le comunica que el nombre del futuro director, que no será él. Esta frustración es el final de una vida de reveses: de posible estrella deportiva local, al anonimato; de tener una atractiva esposa a ser abandonado por alguien llamado Bob; de estar enamorado de una compañera de trabajo a perder toda esperanza por boca de ella misma.
La frustración en Freya es llegar a la edad adulta. Querer tener novio, pero no saber lo que quiere y si lo quiere con quien está; el verse presionada por ir a la universidad; la falta de compromiso social que le reprocha una amiga; el cómo encajar con el resto.
Creo que lo realmente original de la novela es dejar el atentado en una mera anécdota dentro de las vidas de estas personas, a las cuales acaba marcando profundamente. Las vidas y vivencias de este trío desborda al hecho, consigue plasmar el ambiente en el que estas personas viven su día a día, deja patente que son personas normales, con vidas corrientes y problemas que hay que ir resolviendo sin más.
No sé si tiene esa intención, pero creo que quiere poner en valor la vida de aquellos que sufren el atentado, directa o indirectamente, pero que son los olvidados, que nadie les pregunta ni les consulta, que solo importan para tener un rédito político y que su día a día no cuenta, solo cuentan como un número que arrojar a la cara del alguien.