viernes, 22 de septiembre de 2017

Eres el mejor, Cienfuegos.

Hacía tiempo que no leía nada de Kiko Amat y en esta ocasión la oferta de la biblioteca me lo puso en medio del camino. Alguna vez ya lo había visto, pero tenía la sensación que no colmaría expectativas, como sus primeras novelas, que siendo de una calidad literaria similar, tenía el atractivo personal de compartir ciertas geografías extrarradiales, su pueblo y el mío son colindantes y somos de la misma generación. Pues estaba en lo cierto, cuando no tienes expectativas, es imposible defraudar.


La novela nos cuenta como es el día a día de un viejoadolescente (un cuarentón de los de ahora, vamos) al que han echado de casa, por sus infidelidades, su falta de compromiso y su irresponsabilidad.
El protagonista, Cienfuegos, es un escritor de un solo libro, con cierta repercusión, que la pérdida de notoriedad le hace arrastrase esperando otro toque de inspiración con el que volver al candelero. En el momento de la ruptura, trabaja en el suplemento de cultura de un diario, que tiene la redacción en un edificio de la plaza Catalunya, desde donde se convierte en espectador de las protestas del 15M.
Es una novela de no aceptación de la realidad, de celos, de reacciones infantiles ante problema reales, de desesperación del abandono, patetismo e irresponsabilidad. Tal es la irresponsabilidad que lo personal diluye el marco en el que se desarrollan los acontecimientos, las acampadas y ocupaciones de plazas durante el 2011.
El patetismo se concreta en la idea persistente y constante de recuperar a la madre de su hijo, a volver a ser la pareja ideal y la familia feliz que eran antes de vivir como un bala perdida.
Es un libro sobre la crisis de hacerte adulto, no ser consciente y, cuando te das cuenta, ves las cagadas que has cometido y que acaban convirtiendo tu vida en un cúmulo de miserias morales.
Como libro, poco, es el último estertor, el funeral del tipo de literatura que hizo conocido a Amat. Es una muestra palpable de la falta de evolución, de un estancamiento importante, de no saber qué explicar, ni como explicarlo.
Novela normalita, del montó, pero que tiene la virtud de ir de subida, tiene un inicio tan flojo que es imposible ir a peor. Amat es un escritor con cierto ingenio, y esto vuelve a reflejarse en el libro, pero escasamente y no lo suficiente como para hacer que la lectura sea recomendable. Tampoco es una abominación, pero parece sacada de un manantial que ya se ha secado.
No sé qué escribirá en el futuro, si es que llega a publicar de nuevo. Solo espero que no tenga nada que ver con esto.
Mi indulgencia, aunque sea duro en general, se la gana con los lugares y tiempos comunes que compartimos, esa nostalgia que a todos nos atrapa de vez en cuando. Aquello de "cualquier tiempo pasado (feliz) fue mejor".

Ficha del catálogo de la Biblioteca Nacional

sábado, 2 de septiembre de 2017

Matèria primera

Novela de corte autobiográfico que nos narra las vivencias de un joven alemán entre 1968 y principio de los setenta. El protagonista es Harry Gelb, un yonki que durante el mayo del 68 y todo lo que aconteció en aquellos tiempos, vive enganchado al opio y la heroína, entre otras sustancias, en Istambul, mientras aspira a escribir una novela, bajo la inspiración de Kerouac, Burroughs, Bukowski y esos novelistas de esa generación.
Tras algún problema con la justicia, acaba expulsado de Turquía y vuelve a Alemania, donde empieza a frecuentar las corrientes más alternativas y revolucionarias, alrededor de movimientos políticos de extrema izquierda. En estos tiempos, su interés por los narcóticos y la literatura están en una dura pugna. No es tras la vuelta a Turquía para buscar más heroína con la que financiarse una temporada y tras una entrevista que le hace a Burroughs para una revista contracultural, que no decide dejar la heroína.
Harry sobrevive en un mundo que le provoca vaivenes constantes: de la subversión y la contestación a la búsqueda de un trabajo formal y legal con el que sobrevivir, de vuelta a los bajos fondos, a las casas ocupadas, para volver al resguardo del sistema, para poder conseguir un sueldo digno y tiempo para poder escribir una novela. Novela que trata sobre todas las miserias que vivió y de las que fue testigo en Turquía como adicto y como espectador.
La novela es un viaje en múltiples direcciones, todas teniendo como partida y destino el propio Harry Gelb. Son viajes tanto reales, como reflexivos: va de Alemania a Turquía, de Frankfurt a campo austriaco, de vuelta a Frankfurt para ir a poblaciones rurales de la misma Alemania. Del mundo de la edición literaria, a la realidad de tener que escribir; de la heroína a la desintoxicación, de vuelta a la heroína y cambiarla, definitiva, por el alcohol. De la vida real, la de las facturas, un lugar donde dormir, donde comer, donde vivir, a trasegar entre casas ocupas, casas de amigos, hoteles de mala muerte en Istambul. De la contestación ideológica a la asunción de la realidad, de dogmas de izquierdas a dogmas de fe (ya sea de un libro sagrado o de una aguja).
Gran parte del libro es una crítica, feroz en ocasiones, al dogmatismo ideológico, muy en boga aquellos años en los movimientos de izquierda, una crítica a la atomización de los grupos contestatarios: hay mil agrupaciones que se forman a partir de un matiz o la interpretación, más o menos dogmática de algún precepto teórico. Acaba intuyendo que todo eso no es más que un disfraz en el que se esconde la represión sexual o el camino más complejo para llegar a las bragas de las jóvenes militantes alemanas. Es una crítica a la hipocresía de ese dogmatismo, que materializa en el personaje de una de las parejas de Harry, que pasados algunos años, no muchos, es lo opuesto a lo que predicaba cuando compartían lecho y algunas ideas. Parece que tal desencanto por dichos movimientos, le haga dejarse arrastrar por la corriente y acabar, sino abrazando, si tolerando la ideología conservadora, pero en el final del libro, cuando Harry tiene que hacer una lectura de su libro en un club de lectura en medio del campo alemán, deja clara su posición: la hipocresía, la podredumbre y el control no es monopolio de nadie, sino un medio para controlar todo aquello que necesitas tener bajo control.
Respecto a las drogas, me parece que es bastante tolerante con el alcoholismo, quizás sea mera inercia de los hábitos sociales, pero a la heroína la deja en su sitio, del poder que tiene sobre el consumidor y como, paradójicamente, todo aquel que llega hasta ella siendo como una forma de contestación, por dejarse arrastrar y no por puro vicio, acaba sucumbiendo a su demoledor destino, mientras que aquellos que llegan a ella como mera adicción son los que acaban sobreviviendo. En relación con las drogas, es curioso como la generación occidental más revolucionaria acabase sucumbiendo a los encantos de narcóticos que llevan a todo lo contrario, a la modorra y al abatimiento físico. Será por aquello de compensar, supongo.
Leer esta novela es casi como leer la prensa de hoy en día, ver como está el mundo, que las cosas no han cambiado casi, que el paisaje económico, político, social y cultural que se esbozaba entonces, ahora se ha consolidado y se ha materializado sin fisuras. Esto es bastante lógico, puesto que los protagonistas siguen siendo las personas, solo han cambiado los medios mediante los que expresan su concepción de la vida.
Es una novela muy interesante, pero tiene cierta irregularidad en la narración, los saltos de escenario y tiempo llegan a descolocar en alguna ocasión y provocan socavones en el ritmo.