martes, 24 de octubre de 2017

Els jardins de la dissidència.

"Prou de follar amb polis negres o et fotrem fora del partit comunista". Así empieza Els jardins de la dissidència de Jonathan Lethem. Impactante comienzo que no anticipa lo que es el conjunto de la novela, pero que muestra el camino que ésta sigue: la lucha eterna, constante e irresoluta entre las ideas y la vida personal.


Estamos en el Queens de los años 50, reducto del comunismo americano, justo en los momentos previos a la muerte de Stalin y la ascensión de Kruschev, momento que el comunismo americano vive como una traición a todo su ideario, lugar donde Rose Zimmer (judía alemana y comunista exiliada) imparte su credo y promueve todo tipo de movilizaciones de acuerdo con su ideario y sentido de la justicia. A pesar de ser una mujer de fuertes convicciones, siempre es crítica con los encorsetamientos de la organización, cuando estos constriñen a las ideas y la libertad, más aún, cuando los encorsamientos se inmiscuyen en la esfera personal. Miriam, es la hija de Rose, que habiendo vivido y siendo educada en un ambiente fuertemente contestatario contra el poder establecido, lo interpreta a su manera, y lo ejerce, de forma práctica, contra la autoridad que supone su madre. La relación tensa entre madre e hija se libra en una doble vertiente: personal y de praxis ideológica. Miriam intenta socavar los principios y autoridad maternos, de forma consciente, abrazando según que movimientos, con el único interés de provocar la ira de Rose (astrología, por ejemplo). El clan podría extenderse hasta la figura de Sergius, hijo y nieto de las anteriores, pero su peso en la narración es bastante anecdótico, a pesar de ocupar una parte nada despreciable y no deja de ser un medio mediante el cual continúa la lucha entre madre e hija.
Entre ellas discurren algunos personaje más, principalmente un primo de Rose, Lenny (diminutivo de Lenin) y Cicero. Lenny es un ortodoxo comunista, ortodoxia que no llega más allá de la pura teoría, en la praxis es un pobre desgraciado que sobrevive a base de contactos y de su papel alrededor del partido. Ajedrez, monedas y un amor platónico o deseo libidinoso por su prima Miriam. Cicero es el hijo del policía negro que es amante de Rose, toda una anomalía en los círculos en los que se mueve, siempre fuera de lugar, viajando entre las esferas de la intelectualidad y los oscuros rincones que el furtivismo de la homosexualidad imponía en los años 60-70.
El título es muy significativo sobre lo que describe la novela, es la constante de la disidencia, pero la disidencia definida desde un amplio espectro, no exclusivamente desde el punto de vista político. Es disidencia política, social, religiosa, familiar, racial. Protestar, disentir, rebelarse contra todo, para acabar volviendo al redil, para cuestionarte tu propia disidencia y reflexionar sobre lo sólido de tus orígenes y si esa disidencia ha tenido sentido o no.
La disidencia como contradicción, la contradicción como motor vital que hace avanzar al ser individual en una carrera hacia un futuro de una incertidumbre relativa, ya que la disidencia no puede socavar los cimientos del sistema, ni en la forma ni a la velocidad deseada. 
Es la disidencia de la vida por unos ideales (el regreso del marido de Rose a la República Democrática Alemana es un ejemplo) y la disidencia de los ideales por una vida (Rose y su voluntad de mantener firme su libertad personal frente a la ortodoxia y moral del partido).
Es una lectura muy descriptiva, pero no de lugares o ambientes, sino de pensamiento y reflexión, con un lenguaje que se retuerce por momentos para ir describiendo las constantes contradicciones entre ideas, obligaciones, sentimientos y voluntades. Donde la dialéctica entre lo que hay que hacer, lo que se debe hacer y lo que se hace es constante, a cada acto, hay una reflexión previa para justificar porqué se hace y porqué no debería hacerse y porqué haciéndolo no debería hacerlo y porqué no haciéndolo, se hace.
No sé si volveré a este escritor en un futuro, todo depende de lo que me ofrezca la estantería de la biblioteca, pero es una buena lectura, que, eso sí, hay que hacer en casa, de forma reposada y con todo el tiempo del mundo.