sábado, 16 de enero de 2021

¿Por qué no leo a escritores de las dos últimas décadas?

Tenía esto más abandonado que el Estado a la Sanidad y la Educación. El motivo no era otro que, al no tomar notas durante las lecturas, cuando recapitulaba lo leído, entre lagunas, olvidos y vagos recuerdos, lo que iba surgiendo no tenía ni pies ni cabeza. Vamos, que era bastante pobre, deslavazado y poco congruente. Para eso, mejor dejarlo.

Pues la introducción liga con el motivo del título de la entrada. Para escribir algo carente de coherencia, con idas y venidas, sin sentido y sin saber como ligar un tema con otro, mejor el blanco.
 
Eso es lo que pienso de la mayoría de los escritores a los que me intentan a vender desde cualquier programa de televisión o radio. Te pintan como historias íntimas, universales, personales, imperdibles cualquier texto, que oyendo al escritor, dudas que tenga más calidad que la cartilla Palau (Sí la de la p con la a pa). A parte de que la temática es más manida que la vida de los que prostituyen su poca dignidad en las tardes de Mediaset. Estoy hablando, concretamente, de escritores españoles y catalanes. En Europa, alguno se salva.
 
Estos dos últimos años me han dejado muy impresionado dos escritores: uno checo de entreguerras y una escritora del sur de los EEUU de los años 40-50. Después de leer algunas de sus novelas, tanto en sus temáticas como en su estilo literario y, sobre todo, como reflejan el mundo en el que las enmarcan, me pregunto como muchos de estos nuevos escritores tienen la vergüenza de publicar las memeces que publican. Solo escucharlos provocan vergüenza ajena. Casi tan grande como la de los periodistas que los promocionan. Estos autores son Jirí Weil y Carson McCullers.
 
Creo que esta gente debería pararse a pensar medio segundo, coger algunos de los textos de los citados autores, leer un capítulo y preguntarse a sí mismo ¿esta mierda que acabo de escribir se puede comparar con alguna simple frase de estos escritores? La respuesta os la adelanto, no. Acto seguido deberían estar quemando los manuscritos e ir a la sección de empleo de cualquier diario o a una página de búsqueda de empleo.
 
Pero me temo que la literatura es otra industria, además muy proclive al postureo y a lo ceremonial de la entrega de premios. Baste de ejemplo que un ejemplar del Planeta y otro del Ramon Llull estaban disponibles en el punto verde del barrio, donde puedes llevar los libros viejos y que no te interesan.

Retomando la introducción, como no confío en la calidad de mis escritos me he dedicado a montar un hilo en tuiter con cuatro notas, con dispar fortuna en su redacción.


 

El hilo se estira y se deshilacha en diversos hilos, producto de mi incapacidad de ir al último tuit y escribir el correspondiente al último libro leído.

 

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