domingo, 30 de septiembre de 2018

Asesinos sin rostro (Mördare utan ansikte)

Relectura de la primera novela de Mankell con Kurt Wallander como protagonista. Vuelvo a él pasados más de 10 años de su primera lectura y con la sensación que es una lectura, que enmarcada en su contexto histórico, acabado de caer el Telón de Acero, no pierde vigencia, ya que trata unos temas que han estado siempre presentes en la historia de la humanidad: la codicia, los movimientos migratorios y el miedo al extraño, al foráneo, al extranjero, al que tiene una apariencia externa muy diferente a la tuya.


En una granja de Escania, aparecen el cadáver de un granjero jubilado y su mujer maniatada y sometida a numerosas agresiones. Wallander, avisado por unos granjeros vecinos, comienza la investigación. Espera que la mujer, hallada con vida, les pueda dar información sobre los asesinos. Las últimas palabras en vida de la mujer son extranjero.
Esto hace que se planteen que los sospechosos sean extranjeros, probablemente inmigrantes. Esta suposición viene de la existencia de campos de refugiados, nos encontramos a principios de los 90, con el aluvión de ciudadanos del Este buscando fortuna en los países occidentales.
A causa de un chivatazo a la prensa, desde la propia comisaría, se conoce el supuesto origen extranjero de los agresores. Esto lleva aparejados una serie de ataques contra los inmigrantes que culminan con el asesinato aleatorio de un refugiado africano. Esto provoca que a la investigación sobre el asesinato de los granjeros se una la investigación sobre el asesinato racista.
A partir de estos hechos, Mankell construye un relato que se asienta en tres pilares narrativos: la resolución de los casos, un análisis de la sociedad sueca desde las motivaciones de los crímenes y la propia vida personal de Wallander.
Mankell pone en boca de Wallander sus opiniones sobre la evolución de la sociedad sueca y sobre como le afectan los nuevos tiempos y acontecimientos históricos, como son la reciente caída del Telón de Acero, con la llegada de miles de inmigrantes de la Europa del Este que se unen a los ya tradicionales de otras geografías donde la miseria, la guerra y la falta de libertad están enquistadas. Nos pone ante la encrucijada de como actuar ante este nuevo fenómeno, como el papel de la prensa tiene es caudal para difundir una idea, como el estado no está preparado para estos fenómenos, que desbordan a la cultura de no control de las democracias nórdicas.
Mankell pone en tela de juicio la capacidad del estado y de sus medios, tanto para la policía como para los servicios sociales encargados de los emigrantes. Igualmente, critica la actitud de la prensa, de su nuevo interés por la carnaza, la exclusiva y la noticia impactante y no por la información, por rectificar cuando tiene que hacerlo y por la falta de ética y escrúpulos.
En paralelo, Mankell construye a un personaje en el que su vida personal se va desmoronando, con la llegada de esos nuevos tiempo, como si este derrumbe fuese paralelo al de la sociedad sueca. Se acaba de separar, la relación con su hija se está volviendo inexistente, la tensa relación con su padre se agrava con los primeros síntomas de demencia de éste y su nueva vida personal, desde el divorcio, es un caos y no consigue darle un mínimo de estabilidad.
Mankell señalaba entonces los síntomas de la enfermedad que está asolando la sociedad sueca: una xenofobia creciente, justificativa de las crisis y del empeoramiento de la situación material de los suecos, como si los inmigrantes fuesen tanto competidores en el mercado laboral y destinatarios de todas las ayudas sociales.
Mankell inicia con Wallander una serie de novelas que pone en el punto de mira el mundo actual y, en particular, a la sociedad sueca, que ya da síntomas de cierto resquebrajamiento de sus cimientos morales y éticos.


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