lunes, 21 de mayo de 2018

Delincuentes de medio pelo.

Esta vez el juego de la ruleta en la biblioteca salió regular. La verdad es que no escogí el libro convencido, pero hay que probar para errar. El libro no es ninguna maravilla, pero tampoco un horror. Es un libro correcto, es lo mejor que se puede decir.


La novela arranca con un atraco fallido a un pub, protagonizado por un ladrón de poca monta. Tras su estrepitoso fracaso, decide que no puede seguir en la tercera división de los delincuentes, que tiene que dar un salto cualitativo, que le permita entrar en los grandes negocios a la sombra de la ley.
Para ello decide planificar un secuestro, el secuestro de alguien que tenga acceso directo al efectivo, o sea, un banquero. Para ello empieza a estudiar candidatos, reclutar un equipo y montar la infraestructura. 
Como paso previo, decide visitar a uno de los mafiosos que está en la cima del crimen organizado irlandés, para el que trabajó en el pasado y que tiene media deuda pendiente. La visita es informativa, de cortesía, no para pedir permiso. En la visita, el mafioso le dice que eso está fuera de su alcance, que si quiere progresar, debe ir paso a paso. La frustración resultante de la respuesta hace que haga caso omiso y siga hacia adelante. La reunión acaba fatal.
Una vez organizado todo y elegido el candidato, el equipo asalta la casa de este y comienzan las complicaciones y los problemas. El primero, que no es un banquero, sino un abogado e intermediario en asuntos inmobiliarios. La causa de la confusión, la interpretación errónea de un recorte de noticia en el que aparecían el nombre del abogado y el de un banco.
Lo que tenía que ser un secuestro exprés, retener a la familia e ir al banco a por el efectivo, se complica. El abogado necesita tiempo para reunir el efectivo, por lo que la banda se lleva a la mujer.
Desde ese momento, se describen las relaciones entre la secuestrada y sus captores, entre los diferentes miembros de la banda, entre el abogado y los secuestradores, entre el abogado y un amigo para conseguir el dinero, entre el abogado y la policía, entre los diversos policías que intervienen.
La suma de complicaciones hace que el desenlace de los acontecimientos no sea nada favorable a la banda y esas complicaciones acaban afectando a todos los implicados, desde la secuestrada, que acaba siendo violada, hasta un policia que investiga a los sospechosos.
Creo que el autor desaprovecha la oportunidad de profundizar un poco más en los rincones sórdidos que toda sociedad tiene. En este caso, hay breves incisos que retratan como es la sociedad irlandesa previa al estallido de la crisis de las subprimes y su efecto global.
Deja pinceladas de una sociedad del pelotazo inmobiliario, de gastar, de consumir, del crédito fácil, del exhibicionismo social de la riqueza, pero de forma muy somera, superficial.
Creo que lo mejor de la novela es su desenlace. En un primer momento, me pareció que no tenía sentido, hasta que recuperas el inicio y es lo más original de la novela. Y quizás la reflexión de saber donde están tus propios límites, que si los quieres superar, raramente lo harás dando un salto mortal, que para alcanzar la meta soñada hay que superar etapas previas más modestas.
Creo que para ser una novela escrita por un periodista que escribe sobre criminalidad, finanzas y política, le ha quedado un libro bastante tibio. Como decía antes, esboza prácticas poco éticas y legales en el mundo de las finanzas, pero la tensión, que está bastante lograda, generada por el secuestro ensombrece todo el mundo financiero que envuelve a las víctimas del suceso.
Es de agradecer que no escriba con florituras, artificios y figuras retóricas innecesarias. Un lenguaje claro y directo encaja con el mundo del crimen, que tengo la impresión, que le interesa describir.
No sé si volveré sobre sus pasos, pero si lo hago no será por curiosidad, sino por una elección puramente casual.

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