lunes, 19 de diciembre de 2016

El perro canelo

Esta vez sí, esta vez la novela de Simenon es de Maigret.
Es una breve novela, apenas 140 páginas, sobre un caso que acontece en un pueblo de la costa bretona, en el que se ve involucrada la crema y la nata de la sociedad del pueblo en cuestión.


A la salida del único bar que permanece abierto durante el otoño e invierno en el pueblo de Concarneau, uno de sus cliente habituales recibe un disparo a bocajarro que casi acaba con la vida del mismo. Este hecho es el responsable de que el comisario Maigret se dirija desde París hasta el lugar para intentar encontrar al responsable del disparo casi fatal.
A partir de ese momento se van sucediendo, de manera inusitadamente veloz, una serie de actos delictivos que afectan a un selecto grupo de clientes de dicho bar: un médico, un periodista, un rentista y un industrial, la víctima del disparo.
Maigret es espectador del resto de incidentes, ya que se encuentra en la población desde el día siguiente del incidente inicial. Maigret no deduce, no especula, solo va acumulando información sobre los hechos que acontecen y formándose una idea de la situación.
Junto a Maigret y su ayudante, el grupo del bar, también tenemos como personajes relevantes a la camarera del bar, un vagabundo, el alcalde y el perro que da título a la novela.
Como es lógico, Maigret acaba atrapando al culpable y exponiendo, al final de la novela, como se han desarrollado los hechos y como ha llegado a la conclusión de quién ha sido el culpable de los delitos que se han producido.
No deja de ser una novela negra bastante típica, de las clásicas, es de 1931, pero con ese toque europeo, en el que la sociedad es diferente de la que se relata en los clásicos norteamericanos.
Pero lo interesante no es el caso y su resolución, es el cuadro que nos muestra de la sociedad de un pequeño pueblo costero, de sus habitantes y sus costumbres en una época determinada.
Simenon nos detalla la estructura social de la época, con las fuerzas vivas de la sociedad representadas por el alcalde y el grupo de jugadores del bar, con el resto de la población, gente trabajadora y temerosa, como se puede deducir de la reacción de desconfianza y miedo ante lo que está ocurriendo, sobre todo cuando la prensa se dedica a amplificar el temor y la desconfianza desde esos altavoces que eran los titulares de diarios en esa época.
También hay una pequeña historia de redención y superación, de gente humilde que intenta sacar la cabeza en una sociedad en la que cada uno ha de ocupar su lugar, que es asfixiada por los bancos y el inmovilismo social, que llega a tocar fondo, pero que al final es absuelta por la justicia que no dictan los tribunales.
Es curioso el trato que le da a la figura del alcalde y la prensa. El primero aparece como el valedor y custodio de la formalidad, la paz social y el orden, en la que hay que imponer la calma, aunque sea injustamente y con una cabeza de turco. Lo muestra como un personaje que representa al poder y que se ve sometido a las posible presiones que vengan de instancias superiores a instancias de relaciones de amistad y favores debidos.
Respecto a la prensa, Simenon parece que critica el aspecto sensacionalista de la misma, desde los titulares que se publican, hasta las crónicas que se dictan por teléfono desde el bar del pueblo y de las que el propio Maigret es espectador, y las actitudes de redactores y fotógrafos ante las novedades que ocurren y los nuevos personajes que aparecen.
Es de un lenguaje sencillo, correcto, sin adornos ni artificios, sin excesos descriptivos pero muy concreto y efectivo, ya que hace que la historia vaya fluyendo con un ritmo adecuado y constante. En definitiva, una buena lectura, sencilla y estimulante.

No hay comentarios:

Publicar un comentario