miércoles, 27 de julio de 2016

La neu era bruta.



Es la primera novela que leo de Georges Simenon, cogida al vuelo de las estanterías de la biblioteca y sin mirar el resumen de la contraportada. Simenon es famoso por crear al inspector Maigret, por lo que deducí que la novela estaría protagonizada por el mismo. Pues no, nada que ver con el celebérrimo personaje.



Una vez superada esa pequeña sorpresa, o absurda deducción, creo que la decisión fue acertada. Que el azar me guiase a la hora de elegir la primera lectura de Simenon.
La novela discurre en la Francia ocupada por los nazis, durante un invierno y el protagonista es un joven, un crápula, un vividor, hijo de una madame que regenta una casa de citas en un piso de un bloque de apartamentos, de la ciudad en cuestión.
La novela está estructurada en tres partes. En la primera, se describe el ambiente y los círculos sociales, de los bajos fondos, básicamente, por los que se mueve Frank y como se desarrolla la vida de los habitantes de la casa de citas: el propio Frank, su madre, las chicas, y, por extensión, de los vecinos. El hecho de dedicarse a la prostitución les otorga un estatus económico que es la envidia de sus vecinos, a los que Frank trata y mira con desprecio.
En la segunda parte, Simenon profundiza en Frank y ese desprecio que siente hacia el resto de la sociedad y este alcanza la cumbre cuando, una vez seduce a su vecina, la engaña haciéndola creer que se van a acostar juntos y pretende entregársela a un socio de fechorías. El plan se desbarata y supone un punto de no retorno en la vida de Frank, por todo lo que acaba provocando en su interior y en su forma de ver la vida. Este cambio de perspectiva no es inmediato, es paulatino, y se acusa en el momento en que es arrestado y llevado a un colegio donde permanece confinado y es sometido a continuos interrogatorios.
La tercera parte comprende la mayor parte de su reclusión y de como Frank se la toma como un desafío contra sus interrogadores, contra el mundo y contra sí mismo. Como en una carrera de fondo, en la que sabes que no tienes fuerzas para llegar a la meta, pero que te esfuerzas por llegar lo más lejos posible.
Bueno, el libro es mucho más complejo que lo hasta aquí explicado, sobre todo en lo referente al protagonista y su evolución. Pero también está todo el trasfondo en el que se desarrolla la historia. Una ciudad ocupada, en guerra, con todas las dificultades, la escasez, la necesidad, el miedo, el hambre, la traición, la codicia, la venganza, el odio, la envidia... Todas las miserias humanas puestas en un escaparate, de forma directa, pero sin artificios, ni buscando ningún tipo de sensacionalismo.
Es un reflejo de la naturaleza humana: las relaciones de poder a todos los niveles; las relaciones con el poder; la ocupación y sus lagunas, esos vericuetos entre los que los más listos, los que tienen mejores contactos, los que tienen menos escrúpulos encuentran su modus vivendi, que les permite no padecer el rigor de la guerra como al resto.
Destaca la última parte, en la que parece haber una especie de reto entre Frank y su interrogador, al que le atribuye unas capacidades y una inteligencia que le suponen un reto, que sabe que va a perder, pero que su motivación no es otra que hacer que el reto dure el máximo tiempo posible.
Creo que el gran acierto de esta novela es que no es lo que parece, que cuando la trama parece que discurre en un sentido y hacia un desenlace, realiza un giro completo, tanto de trama como de temática. Lo que comienza siendo una novela sobre los bajos fondos en una ciudad ocupada va derivando hacia la introspección, la reflexión y la expiación de los pecados del protagonista.

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