domingo, 5 de febrero de 2017

Sinfonía napoleónica. Una novela en cuatro movimientos.

Después de disfrutar con Vacilación de Anthony Burgess, me he andentrado en otra de sus novelas, Sinfonía napoleónica. La experiencia ha sido, como menos, singular. Nada que ver con la mencionada, ni por la temática, ni por el estilo. Si Vacilación es una novela satírica sobre el mundo del espionaje, en esta ocasión nos encontramos con la vida de Napoleón, desde su propio punto de vista y desde el de aquellos que le rodean, ya sean subordinados, familia, sus enemigos o su mujer.



El libro es tan interesante como confuso. Creo que la manera de narrar la vida de Napoleón, desde la perspectiva de su día a día, de la intrahistoria personal de los grandes acontecimientos históricos de los que es protagonista: mezcla las campañas italiana y egipcia con su relación con Josefina, cómo la echa de menos, su amor incondicional y fetichista, cómo ésta les es infiel, que esta infidelidad es la comidilla de toda Europa, hasta que llega a sus oídos. Nos encontramos con una familia que se rebela contra Napoleón mientras este pasa de primer cónsul a Emperador, una rebelión ocasionada por la ausencia de un heredero legítimo y directo de Napoleón. Como para él supone una carga, mayor si cabe, que la que tiene que soportar como faro, vigía y protector de la Revolución, la República y sus principios y libertades.

Más adelante nos hallamos con el Napoleón vencedor de otra coalición más de las monarquías retrógradas, en sus campañas por Centroeuropa, donde es víctima de un atentado, del que sale ileso. La conversación que tiene con el terrorista es muy interesante y de una actualidad brutal. Napoleón se presenta como liberador del pueblo del yugo de los monarcas absolutistas, aunque para ello acabe actuando como un monarca absolutista, imponiendo esa nueva libertad, ese espíritu republicano a los pueblos que libera. Mientras que su interlocutor, defiende que la idea de pueblo, nación, de volk está por encima de cualquier idea de libertad, por muy liberadora que sea si viene impuesta y no como una decisión del pueblo. Lo ejemplifica con el caso de España, que antes que la libertad es capaz de derramar toda la sangre del pueblo por su devoción y sumisión a la religión.

Luego está Rusia, la campaña rusa, con sus precedentes y toda la retirada, narrada principalmente por un zapador, que nos muestra toda la crudeza, la irresponsabilidad, la locura a la que dio resultado. Todo esto contrasta con el encuentro, en medio de un río en una barcaza, entre Bonaparte y el zar Alejandro I, que se declara admirador del emperador, que sabedor de esto, despliega su carisma y verborrea para conseguir el acuerdo que le permita tener protegida la retaguardia continental y continuar su lucha contra Inglaterra.

La narración acaba con su vuelta a París desde Rusia, su derrota en Leipzig y sus últimos días en la isla de Santa Elena, donde recuerda su momento más importante, mientas está a punto de morir, la victoria en Austerlitz. Aquí nos muestra su vida como prisionero, en una prisión cuyos muros son de agua, es el océano Atlántico, es el mar, el mar que siempre fue para él un lugar inhóspito, desconocido, hostil, a pesar de ser originario de una isla.

El libro es difícil de leer, no es una lectura para el metro, como lo he leído y ha sido un gran error. Se necesita un gran esfuerzo de concentración, o por lo menos a mí me lo ha parecido, sobre todo por la constante ida y venida de personaje, cambios de escenarios, pasar de los diálogos a los pensamientos, al tiempo que el lenguaje es de gran complejidad, sobre todo por un uso importante, casí un abuso diría, de adjetivos cada vez que los personajes inician una descripción o en un diálogo donde se exponen las grandes tribulaciones políticas del momento.

El trabajo de documentación es magnífico, todos los personajes, todos los hechos, todos los lugares se corresponden con la historia. El análisis que hace indirecto de lo que fue aquella época, de lo que suponía Napoleón como revolucionario en ese tiempo, es brillante y que, a pesar de estar escrito en los años 70 del siglo XX, parece de una actualidad increíble, es una análisis de una brillantez total, ya que durante las conversaciones que mantiene Napoleón con diferentes interlocutores, va mostrando lo que será la historia europea a partir de ese momento: el auge de los nacionalismos del XIX, el papel del nuevo Imperio Alemán y como acaba todo en las guerras mundiales, la idea de una Europa unida como objetivo, que será saboteado por aquellos que son cortos de miras.

Lo original del libro es explicar la historia sin pretenderlo, fantasear sobre cómo podría ser el día a día de uno de los personajes más importantes de la historia.

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